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Todas
las legislaciones latinoamericanas -expone el semiólogo Víctor
Fuenmayor- plantean implementar el arte en las escuelas básicas.
Pero la Unesco reconoce que nunca los maestros tuvieron
una formación para desarrollar su estilo, su singularidad
y sus haberes artísticos. Allí comienza a perfilarse la
importancia de los Talleres Internacionales de Expresión
y Creatividad creados por él, cuya nueva edición está
pautada en esta ciudad durante la primera semana de
diciembre.
El catedrático está en estos momentos
en Barcelona, España, donde fue invitado a discernir sus
ideas en torno a la educación integral del ser humano y,
muy especialmente para él, la población no escolarizada.
Una semana antes de partir, concedió esta entrevista.
-¿Podría resumir un poco el planteamiento?
- Hablando de educación en una forma general,
encontramos en América Latina una gran crisis. Y asuntos
clave, como qué estrategias usar para que el niño no
abandone la escuela, no haga repitencia, no esté temeroso
de ir a la escuela. Y los métodos artísticos parecen ser
los más idóneos para lograr acaparar la atención del niño,
con una posición más creativa dentro de las aulas.
Incidiendo en el descubrimiento por sí mismo de su
personalidad expresiva.
-¿Qué quiere decir con eso?
-El hombre, aunque no sepa leer (y esto lo tenemos
en casi todos los artistas populares) se hominiza por los
lenguajes y algunos lograr un desarrollo sin necesidad de
ir a una escuela. Ojo: No defiendo la desescolarización,
sino digo que América Latina ya no debería tener
desescolarizados. y a la hora de escolarizar el esfuerzo
debe estar en colocar al niño en condición de crear a
partir de su lenguaje.
-¿El niño creando su propio método de aprendizaje?
-La Lopna (Ley Orgánica de Protección al Niño y
Adolescente) habla de eso. Hay que preguntarle al niño lo
que desea. También la Ley de Educación prevé ese
derecho. En 35 años de experiencia en educación, no he
visto una sola vez que a un niño le haya desinteresado,
ni la danza ni el teatro o la plástica. Tiene por sí
mismo una necesidad expresiva, porque tiene muchas
estimulaciones y neecsita un lenguaje para formular sus
ideas.
-¿Todo esto lo planteará en
Barcelona?
- Viajo a una reunión sobre televisión y educación.
En mi opinión personal, Latimoamérica carece de modelos
educativos referidos a eso. La televisión, o se usa poco
o se usa mal.
-¿No existe una asociación iberoamericana que aglutina
estaciones de televisión con propósitos pedagógicos?
-Me refiero más a la producción. A los programas.
Te puedo decir que en los encuentros del Consejo
Latinoamericano de Educación por el Arte, he visto
materiales audiovisuales que se da a los maestros para
darles una formación.
-¿Estamos aludiendo aquí un
concepto de educación primigenia, donde para aprender sólo
hace falta estar vivo?
- Actualmente es esa la línea. Eso fue lo que
expuse en la universidad de Uverava, en Brasil, con la
reunión de la Unesco. Para asentar al individuo en una
identidad cultural y universal propias, tiene que pasar
por ciertos procesos de lenguaje. Hay que reafirmarlo en
su singularidad, en lo que él es. Recuerdo que Paulo
Freire proponía el concepto de conciencia de los
lenguajes en su “Pedagogía del Oprimido”, hablaba que
las políticas educativas tenían que responder a los
lenguajes cotidianos.
-¿También asistió este año a
Chiapas..?
-Estuve en México para el Día de Muertos. Los niños
procesan todo eso, creando, tal como ocurriría aquí con
ellos ante San Benito. Los mexicanos celebran la muerte
con Dionisos, porque se come, se canta, se baila, hay
mariachis, bebidas alcohólicas sobre las tumbas y
participa todo el pueblo. La cuestión de lo universal no
se comprende como globalización, sino que las expresiones
culturales son diversas, que conforman una unidad pero
son, al mismo tiempo, muy diferentes. En eso estoy
trabajando: para no homogeneizar nuestra educación.
-Insistamos en Chiapas ¿Cómo ve
la revolución emprendida en ella?
-Sólo voy por fines pedagógicos, pero me atengo a
lo que dicen mis compañeros de encuentro intelectual. Me
dicen que hay un silencio desde hace algún tiempo y eso
puede tener dos vertientes: o bien se considera que el
ciclo de concientización sobre los derechos indígenas ya
ha sido hecho y es necesaria una acción no solamente
militar, sino cultural o de las propias comunidades o es
que se trata de un cansancio general. Pero el silencio es
una llamada a la reflexión. Esa cierta astucia telúrica
que define a nuestros indígenas.
-¿Qué cree pasará después de
lo ocurrido el 11 de septiembre?
-Dos cosas: el arte y la educación nace para
controlar desastres. Porque desastre quiere decir que no
hay orientación. Tenemos que hablar de eso. Había como
muchos anuncios, en la misma cinematografía
norteamericana, como advirtiendo que podría pasar. Una
catástrofe presentida. Lo segundo, una catástrofe no se
supera sino cuando hay un lenguaje que lo exprese. Para
que la gente pueda procesarlo luego del impacto emocional.
Ahora mismo hay como una conciencia en Hollywood del
efecto que la imagen catastrófica puede tener en
determinadas circunstancias. Por eso la búsqueda de actos
más humanos.
-¿Es posible que el hombre
contemporáneo pueda asumir ese lenguaje?
-Lo que en este momento está en favor de la
condición humana es que todos los grandes pensadores,
como Edgar Morin, que ha escrito “Los siete saberes del
educador del futuro”; de autores latinoamericanos como
Ernesto Sábato cuando publica “La Resistencia”, de un
Luis Carlos Restrepo y su “Derecho a la Ternura”, que
se han concentrado en cambiar la educación. Donde no
basta el conocimiento científico, sino que involucra un
modelo según el cual, el conocimiento no está desligado
del afecto, que tiene que humanizarse todo: la metodología,
la tecnología, la ciencia, todo tiene que humanizarse. La
única misión salvadora del mundo es por la educación.
No hay otra manera.
-¿Definitivo?
-Hay que volver al antiguo nombre de sabiduría. De
saber. Algunos lo llaman “Ecosofía”, un conocimiento
de lo que es ecológico. Es tratar de ver y asimilar que
el equilibrio en la naturaleza debe ser igual al
equilibrio humano.
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